La mejor manera de despertar de un sueño, en mucho tiempo, fue hoy.
Hoy me despertó una voz que me hipnotizó por segundos, la voz más dulce que jamás escuché. La voz del ave de los ojos más tiernos que jamás los míos pudieron conocer. La voz del ave con el plumaje más suave que habita este planeta. La voz del ave que se posa sobre mi hombro y me susurra al oído palabras de amor tan cálidas que hacen que juntas remontemos vuelo.
Hoy ese ave me susurró palabras rápidamente y se fue sola dejándome tres besos en el cuello, dos en las mejillas (un beso en cada una de ellas) y un último beso sobre los labios. Me abrazó a la distancia, me besó a la distancia, me acarició a la distancia, pero pude sentirla aquí, justo a mi lado.
El ave de ojos esmeralda va y viene, vuela y se posa, se posa y luego vuelve a salir volando. Del ave de ojos esmeralda me enamoré, el ave de ojos esmeralda me dijo que ella de mí también se enamoró.
El ave es delicada, por eso los buitres le acechan. El ave es hermosa y alguien quiere arrancarla de mi alma.
El ave permanece, inestable, dentro mío.
Yo permanezco, más inestable aún, en su alma.
Su alma y su corazón que ahora son también los míos. Mi alma y mi corazón que son, desde toda la eternidad, los suyos.
Lourdes.