Otra vez la nada frente a mis ojos. Otra vez la sensación de vacío; pero, esta vez, un vacío particular. Ya no me hace daño, entendí que la nada no es nada, que la nada es un todo. Es eso, nada. Por el simple hecho de ser, ya es algo. Es nada.
Interminables vacíos. Parada en medio de un todo que a la vez es nada, que me llena y me vacía. Que me hace desesperar y a la vez calmar. Que me hace soñar y entender la realidad.
Pero en medio de la nada aparece una luz; una luz que ilumina mi alma, una luz que no me deja sola. Es la luz que me guía. Inmensos vacíos que se llenan con mi ser. La nada es todo. La nada es mi fe, mi consciencia superior, mi entender la existencia.
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